28 de octubre de 2011

EL NOVENO DÍA (2004). Volker Schlöndorff. Drama. Jóvenes. ***. DVD.

Un ambicioso teniente de la Gestapo, que fue seminarista, hace salir al padre Kremer del campo de Dachau con el pretexto de permitirle acudir al cementerio a despedirse de su madre recién fallecida, pero realmente lo que quiere es que en el plazo de 9 días el sacerdote sea capaz de convencer al obispo de Luxemburgo, para que firme un comunicado que justifique la ocupación alemana. La amenaza es grave: si no lo consigue, su familia y sus compañeros de barracón pueden ser eliminados, pero si el obispo acepta, Kremer no deberá regresar al campo de concentración, su familia podrá abandonar el país y sus compañeros sacerdotes mejorarán sus condiciones de vida. Fila Siete.

El Noveno día es, ante todo, una película intimista, un ejercicio intelectual para entrar en la mente de los personajes y descubrir el juego de la conciencia. Gustará mucho a quien sepa entrar en esta dinámica. Salvo en determinados pasajes, se buscan los escenarios de interior y una fotografía fría que permitan centrarse en el duelo entre el sacerdote católico y el ideólogo nazi. No es lenta, pero la carga se encuentra sobre todo en las conversaciones, en diálogos con contenido. No se busca tanto la personalidad como las ideas. TELEVIDEO familiar.


La figura sacerdotal más impresionante que en los últimos años ha aparecido en la gran pantalla es, sin duda, el luxemburgués Henri Kremer, el protagonista de «El noveno día» (2004) de Volker Schlöndorff. El filme narra un hecho absolutamente fuera de lo común: el presbítero -que en realidad se llamaba Jean Bernard- pudo salir en febrero de 1942 del campo de concentración de Dachau; le dieron un permiso de diez días para asistir al entierro de su madre. Según recoge en sus recuerdos, la vida de los otros sacerdotes prisioneros en el campo dependía de su decisión de regresar voluntariamente tras esas vacaciones. La idea de que con ese permiso, la Gestapo buscaba «reeducarlo» para conseguir un éxito de propaganda -así suponía el sacerdote- proporciona la base para desarrollar el guión. El recurso que aplican los guionistas Eberhard Görner y Andreas Pflüger -hacer del jefe de la Gestapo en Luxemburgo un antiguo seminarista que, poco antes de la ordenación, dejó la religión católica para abrazar la ideología nazi- permite introducir el debate teológico que se encuentra en el centro del filme. Henri Kremer resiste a las sutiles tentaciones del nazi. Acerca de esto, el director Schlöndorff comentaba en una entrevista con el autor de estas líneas: «El film es la historia de una tentación; el sacerdote sabe desde un primer momento lo que es correcto y lo que no lo es; pero no sabe si tendrá las suficientes fuerzas». CINEMANET.

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