14 de septiembre de 2010

ALARMA EN EL EXPRESO (The Lady Vanishes, 1938). Alfred Hitchcock. Thriller. ****

Alfred Hitchcock no necesita presentación. Sus películas son repuestas una y otra vez, y sin embargo, no cansan. Alarma en el expreso es una de sus últimas obras inglesas, antes de empezar su fructífera carrera americana. Muchos autores la consideran como una de las más representativas de su primera época, en la que dejó sentadas las bases de lo que sería su posterior e ininterrumpida serie de éxitos cinematográficos. Aunque no siempre gozó del favor de la crítica, el público nunca le dio la espalda y, con el transcurrir de los años, se acabó reconociendo la maestría de este genio del celuloide. Maestro de la intriga y el suspense.

En Alarma en el expreso no falta el mencionado toque misterioso –marca de la casa-, pero bajo nuestro punto de vista, el tono general de la película es predominantemente romántico e, incluso, no faltan notas del mejor humor inglés envuelto en crítica social –la actitud de esos dos viajeros ingleses ajenos a todo lo que les rodea, excepto a lo que pueda pasar en un partido de cricket, puede ser un buen ejemplo-.

En la película domina un tono amable, en el que los malos no parecen tan malos. Si la comparamos con Encadenados (1946), considerada una de sus obras cumbres, parece un juego de niños. Mientras que en la obra protagonizada por Cary Grant e Ingrid Bergman hay momentos de tensión casi insoportable, aquí todo es más llevadero. Alarma en el expreso es mucho más liviana. Es entretenida, amena, con ritmo, humor y el necesario toque de intriga para que no falte ningún ingrediente. Un buen rato garantizado delante de la pantalla, con una película elegante y sin excesiva violencia. De hecho, aunque no faltan las peleas y los tiros, no tienen nada que ver con el realismo a que nos tiene acostumbrados el cine actual. Por cierto, Hitchcock demuestra que puede darse espectáculo, y provocar emociones fuertes en el espectador, sin necesidad alguna de recurrir a escenas truculentas.


Casi toda la trama se desarrolla en un tren camino de Londres desde un imaginario país centroeuropeo –está rodada en estudio y se nota bastante-. En él viajan Iris Henderson, una joven inglesa de familia bien a quien espera su prometido y el altar, Miss Froy, simpática y dicharachera institutriz típicamente británica, y un compositor despreocupado (Michael Redgrave), con el que la joven tuvo un desafortunado incidente la víspera del viaje. En el resto del pasaje no faltan personajes interesantes y misteriosos. El núcleo de la trama se desencadena cuando desaparece Miss Froy en pleno viaje y nadie, excepto Iris, parece percatarse de ello. Es más, todos niegan haber visto a la buena señora en el tren. A partir de aquí la intriga está servida, y no hay más que dejarse llevar por un argumento lleno de equívocos, donde parece que nadie es quien aparenta ser.

La película, que recibió el premio New York Film Critics Circle Awards en 1939, está basada en la novela The Wheels Spins (1938) y fue un rotundo éxito, lo que contribuyó a abrirle las puertas de Hollywood a su director.

Su moraleja, si es que la tiene, podría ser algo así como: “no se fíe de las apariencias, pero, a pesar de todo, el amor existe y es maravilloso”. Anímense y disfruten del duelo interpretativo entre Margaret Lockwood y Michael Redgrave.

Año de producción: 1938. Dirección: Alfred Hitchcock. Intérpretes: Margaret Lockwood, Michael Redgrave, Paul Lukas, Cecil Parker, Linden Travers, Basil Radford. Duración: 97 min. Público apropiado: Jóvenes. Género: Thriller. Más información en decine21.com.

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