Obra maestra dirigida e interpretada por el genial Charles Chaplin. En esta comedia clásica, el simpático y noble vagabundo Charlot se enamora de una vendedora de violetas ciega y pobre. La chica es guapa y dulce. Chaplin, un personaje desastrado, de buen corazón y poco amigo de las rigideces propias de una vida ordenada y exigente.
El buen hombre es consciente de que su aspecto no es precisamente el de un caballero, incluso es objeto de burlas por la calle. Deambulando sin rumbo, no tiene otra cosa que hacer, conoce a la chica y queda prendado de su belleza y candidez. El flechazo es inmediato y su corazón romántico provocará sucesivos encuentros amparado en un equívoco inicial y en que ella no puede verlo.
Pero éste no será el único encuentro que trastocará su indolente y despreocupado modo de vivir. Una noche evita el suicidio de un rico caballero que no puede soportar la vida tras ser abandonado por su esposa. A partir de ahí surgirá una peculiar amistad entre estos dos personajes, cuyos detalles -con momentos delirantemente divertidos- no desvelaremos.
Luces de la ciudad es una bonita y emotiva historia llena de buenos sentimientos, con momentos cómicos muy logrados. En ellos Chaplin demuestra por qué es uno de los cineastas más importante de la historia. Hay que tener en cuenta que el director, también autor del guión y de la banda sonora -fue acusado de plagiar "La Violetera"-, tuvo la osadía de rodar una película muda cuando el cine sonoro había conquistado al público. Sin embargo su maravilloso equilibrio entre comedia y drama fue un rotundo éxito, demostrando que la belleza que emana de toda obra de arte auténtica es imperecedera y resiste el paso del tiempo, cautivando al público de cualquier momento y lugar.
El buen hombre es consciente de que su aspecto no es precisamente el de un caballero, incluso es objeto de burlas por la calle. Deambulando sin rumbo, no tiene otra cosa que hacer, conoce a la chica y queda prendado de su belleza y candidez. El flechazo es inmediato y su corazón romántico provocará sucesivos encuentros amparado en un equívoco inicial y en que ella no puede verlo.
Pero éste no será el único encuentro que trastocará su indolente y despreocupado modo de vivir. Una noche evita el suicidio de un rico caballero que no puede soportar la vida tras ser abandonado por su esposa. A partir de ahí surgirá una peculiar amistad entre estos dos personajes, cuyos detalles -con momentos delirantemente divertidos- no desvelaremos.
Luces de la ciudad es una bonita y emotiva historia llena de buenos sentimientos, con momentos cómicos muy logrados. En ellos Chaplin demuestra por qué es uno de los cineastas más importante de la historia. Hay que tener en cuenta que el director, también autor del guión y de la banda sonora -fue acusado de plagiar "La Violetera"-, tuvo la osadía de rodar una película muda cuando el cine sonoro había conquistado al público. Sin embargo su maravilloso equilibrio entre comedia y drama fue un rotundo éxito, demostrando que la belleza que emana de toda obra de arte auténtica es imperecedera y resiste el paso del tiempo, cautivando al público de cualquier momento y lugar.
En la película no todo son risas. Chaplin es un pobre hombre sin rumbo ni horizontes en la vida. La chica está ciega y enferma, vive con su abuela y aunque entre ellas reina el amor y la generosidad, su situación económica es más que precaria. En cuanto al marido abandonado, es un retrato patético de la necesidad de amor que tiene el ser humano y que el dinero no puede comprar; ahoga sus penas en francachelas y alcohol sin medida, sin otro resultado que una insatisfacción cada vez mayor.
A pesar de todas estas miserias, el film no se regodea en ellas ni cae en la desesperanza. Por el contrario, estamos ante una historia luminosa en la que los personajes son capaces de salir de sí mismos, encontrando la felicidad en la entrega generosa a los demás. La bondad siempre compensa, aunque lleve consigo sacrificios y contrariedades. Y si no que se lo digan a Charlot, que con tal de ayudar a la chica es capaz de hacer algo tan impropio de él como trabajar de barrendero o de boxeador, llegando a ser injustamente encarcelado. !Con lo cómodo que se está sin complicarse la vida! Pero claro, en ese caso difícilmente hubiera alcanzado la dicha que sólo encontraría al final del camino del olvido de sí.
Año de producción: 1931. Dirección: Charles Chaplin. Intérpretes: Charles Chaplin, Virginia Cherill. Duración: 87 minutos. Público: Jóvenes. Género: Comedia. Más información en decine21.com.
Año de producción: 1931. Dirección: Charles Chaplin. Intérpretes: Charles Chaplin, Virginia Cherill. Duración: 87 minutos. Público: Jóvenes. Género: Comedia. Más información en decine21.com.
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