EL DISCURSO DEL REY (2010). Tom Hopper. Drama Histórico. Jóvenes. ****

ESTRENO

El drama del rey tartamudo. Sus siete candidaturas a los Globos de Oro convierten este espléndido filme, en el que Colin Firth realiza una interpretación magistral, en el favorito para los Oscar. J.J. Martín (La Gaceta).

Tras la muerte de su padre, el rey Jorge V, y la escandalosa abdicación del príncipe Eduardo VIII, Bertie, angustiado desde siempre por su tartamudeo, asciende de pronto al trono como Jorge VI de Inglaterra. Su país se encuentra al borde de la guerra y necesita desesperadamente un líder, por lo que su esposa Isabel, la futura reina madre, lo pone en contacto con un excéntrico logopeda llamado Lionel Logue. A pesar del choque inicial, los dos se sumergen de lleno en una terapia poco ortodoxa que les llevará a establecer un vínculo inquebrantable. Con el apoyo de Logue, su familia, su gobierno y Winston Churchill, el rey supera su afección y pronuncia un discurso radiofónico que inspirará a su pueblo y lo unirá en la batalla.

El film resulta divertido y emotivo sin caer en la farsa o el melodrama, en tanto que se niega a exagerar los hechos o a inventar curas milagrosas. Y humaniza una figura tradicionalmente tratada con respeto divino, explorando la humillación que le provocaban las crecientes presiones derivadas de la vida pública y el ineludible deber de hablar en público. CINEMANÍA.

La película goza de una ambientación, una fotografía y una música exquisitas, que apoyan el esfuerzo de Hooper y del guionista David Seidler por acercar los personajes al espectador y subrayar la dimensión social de la realeza. Una dimensión que debería obligar a los componentes de las familias reales a ser muy responsables respecto a su formación, su lucha contra los propios defectos y el cumplimiento de sus obligaciones institucionales. J.J. Martín (La Gaceta).

Una película creada para alcanzar la carrera de los Oscar. Lo tiene todo para triunfar: una historia de superación, excelentes diálogos, personajes secundarios de lujo... Y, sin embargo, el director rebaja sus pretensiones finales por una incomprensible decisión técnica: la abusiva utilización del gran angular fotográfico. EL PAÍS.

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