1 de junio de 2010

GALLIPOLI (1981). Peter Weir. Drama bélico.

Gallipoli es una aleccionadora historia de amistad entre dos jóvenes australianos, Archy y Frank, que se ven inmersos en el sinsentido de la Guerra, concretamente de la I Guerra Mundial.

Archy es un joven alegre y noble con un don especial para correr; es muy rápido, hasta el punto de lograr igualar la marca de un famoso atleta de su país. Trabaja en una finca familiar, donde lo entrena su propio tío con métodos rudimentarios, pero eficaces. Sobre todo trabaja en el joven la determinación y la confianza en sí mismo, de los que echará mano en el futuro. Sin embargo, hay algo que le inquieta: el mundo está en guerra y, aunque no está obligado a combatir, cree que debe hacerlo. Es de los que piensan que un mundo mejor requiere que todos arrimen el hombro.

Frank, por el contrario, no tiene tan claro que tenga que sacrificar su vida por una disputa que no le afecta personalmente. De alma noble e igualmente dotado con unas piernas muy veloces, es menos idealista que Archy pues, probablemente a causa de su desarraigo familiar, parece más preocupado de ganar dinero y prosperar a cualquier precio.

A pesar de tener temperamentos tan diferentes, surge la amistad entre ellos a raíz de enfrentarse en una carrera. Esta amistad será un poderoso acicate para Frank, pues la atractiva personalidad de Archy ejercerá una poderosa influencia sobre él, hasta el punto de seguir a éste y enrolarse en la Infantería australiana que entrará en combate contra los turcos en la heroica batalla de Gallipoli.


Aunque a medida que avanza la película el papel de Frank, muy bien interpretado por Mel Gibson, va en aumento, si consideramos la historia desde el punto de vista de la Fortaleza, es para nosotros Archy el protagonista indiscutible. Este joven muestra desde el primer momento una actitud inquebrantable en el cumplimiento del deber. En la primera escena lo vemos entrenándose física y mentalmente para ser cada vez más rápido. Después cede a una chiquillería y se enfrenta a un vaquero en una desigual carrera en la que debe correr descalzo. Afronta el sufrimiento que puede causar en la familia su alistamiento, no cede cuando es rechazado por la Caballería, camina 50 kilómetros a través del desierto para intentarlo nuevamente en Perth… Esta constancia en el cumplimiento de lo que cree su deber en cada momento va forjando un hombre fuerte que, cuando lleguen momentos dramáticos, será capaz de afrontarlos con serenidad y esperanza.

Frank, por el contrario, se nos presenta como un joven poco dado al compromiso. Cuando sus compañeros de trabajo deciden, al igual que Archy, enrolarse en el ejército, él aprovecha la ocasión para dejar la tarea que tiene entre manos y partir en busca de fortuna. Sin embargo, tiene la suerte de conocer Archy y como, aunque pillo, tiene un fondo de nobleza, reacciona bien cuando es derrotado por aquél en un trofeo de atletismo y, a consecuencia de ello, pierde todo su dinero –que había apostado de forma poco “elegante”-. A medida que los jóvenes se van tratando, Frank se va contagiando del ejemplar comportamiento del amigo –el bien es atractivo por naturaleza-. Al principio lo sigue a remolque, sobre todo cuando surgen dificultades, pero esa amistad será una escuela de virtudes que culminará con un Frank demostrando que también él es capaz de valentía, pundonor, generosidad y fortaleza. En suma de un comportamiento heroico.

La película es muy recomendable para jóvenes y mayores porque muestra el atractivo de una personalidad forjada en el esfuerzo y en la satisfacción del deber cumplido. Está dirigida por Peter Weir (Master and Commander, 2003) y podemos ver a un joven Mel Gibson en una de sus primeras películas como intérprete. La banda sonora es excelente.


Archy y la fortaleza

Archy, piensa que debe ayudar a su patria en la lucha contra los alemanes, pero además del temor que la guerra infunde por sí misma, otros obstáculos se interponen: sus padres no están de acuerdo con tal decisión, ni tiene la edad mínima requerida para alistarse. Sin embargo, no se arredra y actúa en consonancia con su conciencia. Emprende un camino lleno de dificultades y contrariedades, pero su constancia da el fruto deseado: consigue formar parte de la Caballería australiana. A lo largo del “camino” surgen motivos sobrados para desistir. No obstante, ayudado por su fiel amigo Frank, las trabas van cayendo una a una. De aquí podemos extraer otra importante lección: la necesidad de los demás para mantener el ánimo ante los problemas. Pero en Archy no se da sólo energía de ánimo, también hace gala de una fuerza física forjada a través de un concienzudo entrenamiento. No basta con disfrutar de un don natural para llegar a la excelencia en cualquier ámbito. Para ello se requiere del esfuerzo cotidiano y, precisamente, este duro entrenamiento irá fraguando el carácter de Archy y preparándolo para mantenerse firme en escenarios cada vez más difíciles. Así llegamos al desenlace de la película, en el que tendrá que arrostrar una situación extrema que, en condiciones normales, produciría en cualquiera un temor paralizante o una impulsividad irreflexiva y, sin embargo, lo afronta lleno de serenidad y fe. Cumple con su deber, a sabiendas de las terribles consecuencias que podría acarrearle.

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