El argumento de Memorias de un zombie adolescente viene a ser una versión libre de Romeo y Julieta. Así, R., un joven muerto viviente que se alimenta de cerebros humanos, participa en una escaramuza contra un grupo de supervivientes. Pero tras despedazar a un chico que va acompañado de su joven novia, Julie, se siente atraído por ella, y decide rescatarla de la voracidad de los otros muertos vivientes. Mientras R. y Julie tratan de sobrevivir, surgirá el amor entre ambos... En la línea de Crepúsculo, aunque cambiando los vampiros por muertos vivientes... DeCine21
Con tanto elemento posmoderno y la amenaza crepuscular acechando cual murciélago en una noche calurosa de verano, esperaba lo peor. Y Memorias de un zombie adolescente me sorprende para bien. La película es lo que es y, aparentemente, no pretende ser más: un entretenimiento para el público joven que disfruta de los zombies y las comedias románticas a partes iguales. El casi desconocido Jonathan Levine imprime frescura y dosifica bien los elementos que componen la historia; la voz en off es la justa, las vísceras terminan antes de que el espectador medio sienta que su capacidad de gore está en el límite… Fila Siete
El primer acierto de la película es contemplar el universo desde la perspectiva del zombi. Su segundo acierto es que es una narración muy divertida. Porque este zombi, de algún modo, es consciente del sinsentido de su vida, sabe que debe aspirar a más, que debería haber algo mejor. Tiene cierta sensibilidad hacia determinadas cosas e incluso intenta hacer un amigo. Pero será el amor lo que reactivará sus deseos de vivir. Esa metáfora, de hombres que viven muertos, tampoco va mucho más allá ni profundiza, pero la película conserva su encanto durante todo el metraje... TVF
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