El director de 500 días juntos hace una divertida y amena repetición de la jugada. Hace diez años Spider-Man llegó al cine en una notable película de Sam Raimi, con unos estupendos Tobey Maguire y Kirsten Dunst. Diez años y dos secuelas después, Hollywood repite lo mismo, volviendo al inicio o reiniciando una historia bien conocida. Hay nuevos actores y un director al que no parece que la cosa le vaya demasiado: Marc Webb venía de hacer recientemente 500 días juntos, una atípica comedia romántica que a mí me gusta una barbaridad. Fila Siete. (3,5/5)
Su trama es la misma de la primera entrega de la anterior trilogía, pero se desarrolla con un enfoque y un estilo diferentes. La primera mitad del filme se ve muy lastrada por el hecho de que cuenta situaciones ya conocidas. Ciertamente, el guión potencia la trama romántica y los dilemas dramáticos y morales del adolescente Peter Parker, adoptando un tono menos heroico y más ambiguo, cercano al empleado por Christopher Nolan en “El Caballero Oscuro”. Queda una entretenida película para todos los públicos, positiva por su llamada a la responsabilidad en el ejercicio de las propias cualidades, pero muy poco original por fuera y por dentro. J. J. M. Pantalla Grande.(6,5/10)
Peter Parker vuelve a ser un joven estudiante, de mente privilegiada, pero que sufre las iras de Flash Thompson, el matón de su centro, y que vive con sus tíos tras haber sido repentinamente abandonado por sus padres. Se siente atraído por una compañera de clase, Gwen Stacy, hija de un vecino policía. La chica colabora con el doctor Curt Connors, brillante científico que realiza experimentos con animales en busca de un método para que el ser humano pueda regenerar los miembros amputados. Cuando Parker se entera de que Connors colaboró con su padre, se cuela en la compañía donde trabaja, Oscorp. DeCine21.
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