Entre otros alicientes, esta película nos permite disfrutar de Ronald Reagan, en plena juventud, interpretando al joven oficial George Custer. Comparte reparto con Errol Flynn y Olivia de Havillan, en esta obra dirigida en 1940 por Michael Curtiz. El argumento gira en torno a los conflictos previos a la guerra civil norteamericana, entre partidarios y detractores del abolicionismo. Ya comenzaba a vislumbrarse la radicalización de posturas que luego degeneraría en una guerra fratricida a gran escala. Aunque hay romance de por medio, se trata de un mero adorno, pues el tema de fondo es la distinta postura que adoptan unos y otros a propósito de la esclavitud, y de los modos de acabar con ella. Hay quien defiende la violencia como medio legítimo para acabar con la injusticia, y quien piensa que ese no es el camino, que el fin nunca justifica los medios y, especialmente, si esos medios no son otros que el terror indiscriminado, la violencia y el asesinato.
También está presente la cuestión del fanatismo religioso. Esa perversión del la virtud de la religión, suponiendo que no sea mera impostura, que convierte a quien la sufre en un ser iluminado, en el brazo ejecutor de la justicia divina a la medida de su propia soberbia, vanidad, o demencia.
Es un western que se deja ver aunque, lejos de los grandes clásicos, el paso de los años se le nota bastante. Es una película elegante, pero le falta fuerza como para interesar por su trama, más allá del disfrute que siempre produce ver en pantalla a mitos del celuliode en cualquier producción de la época dorada de Hollywood.
Es un western que se deja ver aunque, lejos de los grandes clásicos, el paso de los años se le nota bastante. Es una película elegante, pero le falta fuerza como para interesar por su trama, más allá del disfrute que siempre produce ver en pantalla a mitos del celuliode en cualquier producción de la época dorada de Hollywood.
En 1954, en vísperas de graduarse en West Point, el cadete Carl Rader y su condiscípulo James Stuart, natural de Virginia, se enfrentan violentamente a raíz de la postura abolicionista del primero y su declarada simpatía por John Brown, forajido y polémico líder de la causa. Mientras Stuart, junto a los seis camaradas que lo apoyaron, es castigado con un primer destino conflictivo, el 2º de Regimiento de Caballería, Rader es expulsado del ejército. Más adelante, cuando Stuart deba enfrentarse a las huestes de Brown, habrá de vérselas nuevamente con Rader, convertido ahora en el estratega militar del grupo abolicionista.
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