James Ivory vuelve a regalarnos una elegante película llena de humanidad. Aunque algo larga, el metraje está sobradamente justificado por la necesidad de ir mostrando, paulatinamente, la evolución de los personajes. Apoyado en el magnífico guión de Kazuo Ishiguro y en los dos protagonistas (Natasha Richardson y Ralph Fiennes), nos cuenta una historia de amor en un decorado exquisito y creíble. El mensaje de fondo me parece basante claro: pocas cosas hay en esta vida que realmente puedan hacernos felices; las ilusiones materiales, cuando se cumplen, dejan un vacío cada vez mayor que sólo el amor y la entrega pueden saciar.
Público adecuado: Jóvenes-adultos. Drama.
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