7 de enero de 2013

LAS CRUZADAS. Hilaire Belloc. Historia. Homo Legens.

Hilaire Belloc escribió Las Cruzadas en 1937. Entre las reediciones más recientes, destaca la muy cuidada de Homo Legens de 2006. El libro resulta sumamente ameno, desmitificador, interesante y actual a pesar de que, durante los últimos 75 años, la historiografía ha avanzado y dados nuevos enfoques al tema. 

Quizás, el lector acostumbrado a la novela histórica descubra unos hechos reales y, al mismo tiempo, dotados de una gran emoción y dramatismo. Efectivamente, en el relato histórico del auge y decadencia de los cruzados, no faltan los personajes increíbles como los líderes cristianos (Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa, Bohemundo, el legendario Chatillon, Raimundo de Trípoli, los maestres de las Órdenes Militares, los reyes de Jerusalén y sus vasallos …) o los musulmanes (Saladino, Zengi, Nureddin…), los emperadores de Bizancio, las mujeres armenias como Melisandra que serán esposas e hijas de los cruzados...; a muchos les causará sorpresa el pequeño papel en esta historia de Ricardo Corazón de León, si lo comparamos con la gloria que le han brindado no solo el cine y la novela, sino también gran parte de la historiografía.

Ciertamente, nos encontramos un mundo que existió pero que parece inventado por la portentosa imaginación de un novelista, una aventura que comienza con unos normandos (hijos de vikingos), que afincados en Francia e Italia se lanzan a recuperar los Santos Lugares y a la conquista y a la fundación de feudos en Oriente Próximo, y terminan formando un reino junto con sirios, armenios… rodeados de bizantinos, turcos, árabes o de africanos como los egipcios… Pedro Seco Varón

Esta historia de las Cruzadas describe la geopolítica, la monarquía y la política en esa orilla del Mediterráneo, el terreno físico, la estrategia, las batallas, las técnicas militares, la importancia de los castillos, de las flotas italianas, de las rutas, de la caballería pesada cristiana y de la caballería ligera musulmana, repasa sus armas... También, relata la crueldad de la guerra, como por ejemplo la controvertida toma de Jerusalén en la Primera Cruzada. 

Ciertamente, el autor introduce genialmente al lector en la época, en el contexto feudal de Occidente y en la dinámica del mundo musulmán. Esto nos ayuda a entender formas y comportamientos –a nuestros ojos brutales-; que Belloc no excusa pero trata de explicar porqué sucedieron de ese modo en todos los bandos. 

Durante la lectura del libro, es probable que el lector se pregunte, si dentro de 800 años, los hombres del futuro serán capaces de entender nuestra pasividad, tolerancia o aprobación ante ciertas costumbres o leyes actuales. 

En efecto, gracias a las explicaciones de Belloc, descubrimos la mentalidad de los cruzados, los vemos con debilidades: envidias, codicia, desunión..., como guerreros, los contemplamos como señores feudales, como peregrinos con fe, mezcla de aventureros y políticos, también se consideran como preclaros defensores de Occidente frente a la invasión turca, que hacía tambalearse al reino cristiano de Bizancio y frente a la conquista árabe que había ocupado casi la mitad de las tierras cristianas del antiguo Imperio Romano, desde España al Asia Menor. Un poder islámico que amenazaba con extenderse a Europa central (de hecho, posteriormente, invadió a Bizancio, a los Balcanes y a Hungría y continuó amenazando al corazón de Europa hasta casi el siglo XVIII). 

Las Cruzadas es un libro que en 1937 ofrece una visión de un Islam poderoso. Y, eso que en esa época casi todos los países musulmanes eran colonias europeas. Belloc intuye que Occidente solo ha convencido a los mahometanos en lo relativo a su superioridad económica, militar, técnica, política....pero la religión de Mahoma sigue intacta. Por tanto, el islamismo puede aprovechar cualquier oportunidad para rivalizar de nuevo con nuestra civilización. Mientras que Europa deja de alimentarse de la savia cristiana que la ha fortalecido desde sus orígenes. 

Este libro de 1937 no puede aludir al actual Israel (nacido en 1948) pero quizás ayude a entender cómo se siente rodeado en una estrecha franja de terreno, igual que el reino cristiano de Jerusalén. También contribuye a comprender cómo cualquier esfuerzo sin aportes de efectivos constantes y suficientes, pero sobre todo sin una motivación moral, no pervive en el tiempo. Es tan solo mi opinión, pero el fracaso de las Cruzadas puede servir para entender el resultado mediocre de los ataques de ciertos países occidentales a algunos regímenes islamistas, en nuestros días. Queda también para la reflexión del lector si el mundo musulmán del siglo XII se parece más al del siglo XXI que lo que se asemejaría la Europa del XII a la del siglo XXI. También es posible que este libro nos haga pensar en las comunidades cristianas que sobreviven en los países mahometanos o si realmente hubo tolerancia o respeto por los derechos elementales del hombre y, entre otras cuestiones, nos recordará la desunión del mundo musulmán y de lo temible que resulta cuando se coordina. También nos recuerda el autor que el mundo islámico obtuvo grados elevados de cultura y de fortaleza material, gracias a la asimilación de cuanto bueno hicieron otros pueblos pero que, poco a poco, se distanció respecto a Occidente que continuó progresando. Sería demasiado largo, ni siquiera, enumerar las innumerables ideas que sugiere Belloc. Independientemente de que estemos de acuerdo con todas sus tesis, no por ello no nos resultan razonables y dignas de considerar. Pedro Seco Varón.

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